www.lasprovincias.es 24-02-2022
Con el convenio prorrogado desde 2019, más de 500 funcionarios salen a la calle para manifestarse contra el trato recibido por el Ayuntamiento. «Cada día que pasa estamos perdiendo calidad de vida. El nivel de vida sube y nuestros salarios siguen igual», se lamenta un policía local de Valencia. Le preocupa no poder mantener a su familia. Su bolsillo se resiente a medida que pasan los días. «Tengo una mujer y una hija que mantener. También una hipoteca y un coche que pagar».
Con un sabor agridulce en los labios, refleja la realidad que ahoga a los funcionarios: «Nosotros miramos por la ciudadanía pero el ayuntamiento no mira por nosotros».
Rubén es bombero. Su vocación de servicio hace que se preocupe más por cómo afecta la falta de personal a la ciudadanía. «Abren oposiciones para altos cargos, pero no para los bomberos que estamos a pie de calle. La falta de efectivos puede perjudicar gravemente al ciudadano», dice sin tapujos.
En la espalda de su camiseta puede leerse el eslogan: "bomberos quemados". No es el único que la lleva, los manifestantes pertenecientes a su gremio utilizan este humor ácido para reivindicar mejoras en sus condiciones de trabajo. No cesarán en su empeño hasta que los parques de bomberos vuelvan a contar con el personal suficiente y la exigencia de tener que hacer horas extra deje de ser una losa en la espalda de los trabajadores.
El hartazgo de los funcionarios hace latir Valencia. Vicente Gil, coordinador del Sindicato Profesional de Policías Locales y Bomberos (SPPLB), carga junto a sus compañeros con un ataúd de cartón con un esqueleto de plástico caracterizado con el uniforme de policía. En él se puede leer: «RIP servicio público».
Con la concejalía de personal en julio de 2020 se llegó a un acuerdo en la mesa general por el cual se reconocía el esfuerzo de los servicios esenciales con la concesión de la medalla de oro de la ciudad. Esta parte ya se cumplió pero todavía pende de un hilo la promesa de los cinco días de fiesta que todavía no se han otorgado.
«Desde la concejalía de personal se está intentando rebajar el acuerdo que se alcanzó y deben cumplirlo. Si llegamos a acuerdos y no se cumplen tenemos un problema», destaca Gil.
También pesa el acuerdo laboral prorrogado desde 2019. El coordinador del SPPLB denuncia: «Ahora que estamos con la negociación del nuevo convenio vienen a quitar derechos que ya tenemos consolidados, como la conciliación familiar».
El objetivo de estos colectivos es trasladar al Ayuntamiento su descontento. "Estamos dando todo lo que se nos pide, pero no se nos escucha. Hemos hecho muchas horas extra, sobre todo durante en la época de confinamiento", destaca otro bombero. Mientras tanto, su nivel de vida "está estancado a la baja", comenta con desánimo. La pena y la rabia se entremezclan en sus palabras a partes iguales. Considera que a los trabajadores de servicios esenciales, como es su caso, no se les reconoce ni la mitad de trabajo que se les exige.
La central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) tiñe la plaza del verde de sus banderas. José Vicente Tarazona, el secretario general en el ayuntamiento del CSIF, argumenta que "la corporación está mostrando poco interés en negociar un acuerdo para la renovación del convenio". Su postura es clara: "Todos los que estamos aquí nos negamos a aceptar un acuerdo que no mejore la situación anterior".
Las trompetas, tambores e instrumentos de la Banda Municipal de Valencia consiguen que las protestas de los trabajadores resuenen por toda la Plaza del Ayuntamiento. Agustín Puig ondea la bandera del Sindicat de Treballadores i Treballadors de les Administracions i els Serveis Públics (STAS). Lleva en la Banda Municipal desde 1992. Considera que la agrupación musical es "su vida" y le aterroriza que el traspase de su gestión haga tambalear los cimientos de su hogar. "Es como si fuera mi casa".
"Todos los músicos cuando empezamos a estudiar tenemos el sueño de pertenecer a una formación profesional como en mi caso es principal banda de Valencia".
La banda tiene el problema añadido de que el Ayuntamiento tiene previsto traspasar su gestión al Palau de la Música de Valencia. "Queremos seguir perteneciendo al Ayuntamiento de Valencia. Me preocupa que empeore la calidad laboral de los trabajadores", expresa Agustín de forma rotunda. Piensa a futuro, está centrado en luchar por un futuro mejor para los músicos emergentes. "Tengo un hijo que acaba de terminar la carrera de música y el día de mañana se podrá presentar a la Banda Municipal de Valencia si salen plazas en el Ayuntamiento". Asegura que de traspasarse la gestión, "el futuro en las manos del Palau de la Música es mucho más incierto".
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