IMG-LOGO
IMG-LOGO
PRENSA

Policias locales se forman para los casos de mayor riesgo y violencia

18 febrero 2013 932 visitas

LaRazon

El Sindicato de Policías Locales y Bomberos (Spplb) está desarrollando un proyecto de entrenamiento continuo de formación intensiva que trata de dotar a los agentes de las habilidades para afrontar situaciones «de mayor riesgo y violencia» y que viene a cubrir, según Pedro Gil, responsable del área de formación del Spplb, un vacío que no cubre la administración.

Explican desde el sindicato que todo policía «no es distinto a una persona normal y se rige por las mismas emociones, por lo que también siente miedo, angustia, estrés y todo ello tiene unas consecuencias conductuales, cognitivas y físicas, a la hora de enfrentarse a una situación en la que tengan que emplear la fuerza».

Los nuevos retos a los que se enfrenta la Policía Local, pasa no solo por una mayor formación y especialización técnica sino también por adquirir habilidades para afrontar situaciones de mayor riesgo y violencia con una capacidad reactiva que conjugue por un lado salvaguardar la integridad física tanto del Policía como de terceras personas y por otro lado, mantener como máxima, un escrupuloso respeto al principio de legalidad establecido en nuestro marco jurídico que exige del agente de policía, que dicha actuación reactiva se someta a los principios de oportunidad, proporcionalidad y congruencia.

Es también evidente que las situaciones de los últimos años son cambiantes. Así, no solo aparecen nuevas realidades, como puede ser la violencia de género, sino que otras se acrecientan, como la agresividad de determinados colectivos o la presencia de bandas organizadas y mafiosas de otros países.

El problema que se plantea para mantener estos principios legales es que la actuación policial trasciende mas allá de la mera obligación de someterse a ellos y llega al terreno de la capacidad real del policía para hacerlo cuando se encuentre ante una situación generadora de un alto nivel de estrés que en el supuesto de agresiones, desde verbales hasta agresiones a mano vacía o con armas, blancas o de fuego, puede verse bajo lo que se conoce como estrés de combate y que puede llevar por un simple mecanismo primitivo de autoprotección, a una pérdida de sus capacidades cognitivas y a una reacción puramente mecánica, instintiva, de huida o de ataque en la que no es posible reaccionar oportuna, proporcional y congruente como la Ley exige. Es más, esta reacción puede ir desde la paralización del agente que sería fatal para él o para las terceras personas que debiera proteger en la situación de tan alto riesgo generada, hasta un uso excesivo de la fuerza al no sujetar su respuesta mecánica, automática, primitiva, de mera supervivencia al perder la capacidad cognitiva como consecuencia del elevado nivel de estrés y por tanto actuando desproporcionalmente a pesar de haber sido formado jurídicamente de forma intensa pero «teórica», alega el sindicato.

Explica Pedro Gil que «la policía no necesita grandes expertos sino más entrenadores profesionalizando las actuaciones con el fin de salvaguardar la integridad física de los policías, la de los ciudadanos y la de los propios delincuentes con el más estricto sometimiento al ordenamiento jurídico como no puede ser de otra forma en un estado de derecho como el nuestro, donde prevalece la seguridad ciudadana sobre el mero orden público. E incluso la seguridad ciudadana se convierte en tranquilidad al ir un paso más allá dentro de un estado de bienestar que exige una policía moderada, reactiva pero no represiva y profesional».

El próximo curso se impartirá el 28 de febrero

El Sindicato de Policías Locales y Bomberos (Spplb) está desarrollando un proyecto de entrenamiento continuo de formación intensiva que trata de dotar a los agentes de las habilidades para afrontar situaciones «de mayor riesgo y violencia» y que viene a cubrir, según Pedro Gil, responsable del área de formación del Spplb, un vacío que no cubre la administración.

Explican desde el sindicato que todo policía «no es distinto a una persona normal y se rige por las mismas emociones, por lo que también siente miedo, angustia, estrés y todo ello tiene unas consecuencias conductuales, cognitivas y físicas, a la hora de enfrentarse a una situación en la que tengan que emplear la fuerza».

Los nuevos retos a los que se enfrenta la Policía Local, pasa no solo por una mayor formación y especialización técnica sino también por adquirir habilidades para afrontar situaciones de mayor riesgo y violencia con una capacidad reactiva que conjugue por un lado salvaguardar la integridad física tanto del Policía como de terceras personas y por otro lado, mantener como máxima, un escrupuloso respeto al principio de legalidad establecido en nuestro marco jurídico que exige del agente de policía, que dicha actuación reactiva se someta a los principios de oportunidad, proporcionalidad y congruencia.

Es también evidente que las situaciones de los últimos años son cambiantes. Así, no solo aparecen nuevas realidades, como puede ser la violencia de género, sino que otras se acrecientan, como la agresividad de determinados colectivos o la presencia de bandas organizadas y mafiosas de otros países.

El problema que se plantea para mantener estos principios legales es que la actuación policial trasciende mas allá de la mera obligación de someterse a ellos y llega al terreno de la capacidad real del policía para hacerlo cuando se encuentre ante una situación generadora de un alto nivel de estrés que en el supuesto de agresiones, desde verbales hasta agresiones a mano vacía o con armas, blancas o de fuego, puede verse bajo lo que se conoce como estrés de combate y que puede llevar por un simple mecanismo primitivo de autoprotección, a una pérdida de sus capacidades cognitivas y a una reacción puramente mecánica, instintiva, de huida o de ataque en la que no es posible reaccionar oportuna, proporcional y congruente como la Ley exige. Es más, esta reacción puede ir desde la paralización del agente que sería fatal para él o para las terceras personas que debiera proteger en la situación de tan alto riesgo generada, hasta un uso excesivo de la fuerza al no sujetar su respuesta mecánica, automática, primitiva, de mera supervivencia al perder la capacidad cognitiva como consecuencia del elevado nivel de estrés y por tanto actuando desproporcionalmente a pesar de haber sido formado jurídicamente de forma intensa pero «teórica», alega el sindicato.

Explica Pedro Gil que «la policía no necesita grandes expertos sino más entrenadores profesionalizando las actuaciones con el fin de salvaguardar la integridad física de los policías, la de los ciudadanos y la de los propios delincuentes con el más estricto sometimiento al ordenamiento jurídico como no puede ser de otra forma en un estado de derecho como el nuestro, donde prevalece la seguridad ciudadana sobre el mero orden público. E incluso la seguridad ciudadana se convierte en tranquilidad al ir un paso más allá dentro de un estado de bienestar que exige una policía moderada, reactiva pero no represiva y profesional».

El próximo curso se impartirá el 28 de febrero